María Elena Walsh

María
Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, suburbio
de la ciudad de Buenos Aires. Antes de finalizar sus estudios en la
Escuela Nacional de Bellas Artes, a los diecisiete años, escribió su
primer libro: Otoño Imperdonable, libro de poemas que
mereciera el segundo premio Municipal de Poesía. Ya antes, en 1945,
había publicado sus primeros versos en la legendaria revista El
Hogar y en el suplemento literario de La Nación.
En 1948, viajó a los Estados Unidos invitada por Juan Ramón
Jiménez. En 1952 partió hacia Europa, radicándose en París durante
cuatro años. Allí, con Leda Valladares, formó un dúo que se dedicó a
difundir el folclore argentino, recibiendo premios y el aplauso del
público. Es en esa época también que comienza a escribir versos para
niños.

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EL
REINO DEL REVÉS
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Me dijeron que en el Reino
del Revés
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nada el pájaro y vuela el
pez,
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que los gatos no hacen miau y
dicen yes
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porque estudian mucho inglés.
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Me dijeron que en el Reino
del Revés
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nadie baila con los pies,
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que un ladrón es vigilante y
otro es juez
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y que dos y dos son tres.
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Me dijeron que en el Reino
del Revés
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cabe un oso en una nuez,
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que usan barbas y bigotes los
bebés
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y que un año dura un mes.
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Me dijeron que en el Reino
del Revés
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hay un perro pekinés
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que se cae para arriba y una
vez
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no pudo bajar después.
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Me dijeron que en el Reino
del Revés
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un señor llamado Andrés
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tiene 1.530 chimpancés
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que si miras no los ves.
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Me dijeron que en el Reino
del Revés
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una araña y un ciempiés
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van montados al palacio del
marqués
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en caballos de ajedrez.
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Vamos a ver como es
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el Reino del Revés.

CANCIÓN DE
TOMAR EL TÉ
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Estamos invitados a tomar el
té.
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La tetera es de porcelana
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pero no se ve,
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yo
no sé por qué.
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La leche tiene frío
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y la abrigaré,
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le pondré un sobretodo mío
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largo hasta los pies,
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yo
no sé por qué.
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Cuidado cuando beban,
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se les va a caer
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la nariz dentro de la taza
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y eso no esta bien,
-
yo
no sé por qué.
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Detrás de una tostada
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se escondió la miel,
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la manteca muy enojada
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la
retó en inglés,
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yo
no sé por qué.
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Mañana se lo llevan preso
-
a un coronel
-
por pinchar a la mermelada
-
con un alfiler,
-
yo
no sé por qué.
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Parece que el azúcar
-
siempre negra fue
-
y de un susto se puso blanca
-
tal como la ven,
-
yo
no sé por qué.
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Un plato timorato
-
se casó anteayer.
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A su esposa la cafetera
-
la trata de usted,
-
yo
no sé por qué.
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Los pobres coladores
-
tienen mucha sed
-
porque el agua se les escapa
-
cada dos por tres,
-
yo
no sé por qué.


MARCHA DE
OSIAS
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Osías el Osito en mameluco
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paseaba por la calle
Chacabuco
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mirando las vidrieras de
reojo
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sin
alcancía pero con antojo
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Por fin se decidió y en un
bazar
-
todo
esto y mucho más quiso comprar.
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Quiero tiempo pero tiempo no
apurado,
-
tiempo de jugar que es el
mejor.
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Por favor, me lo da suelto y
no enjaulado
-
adentro de un despertador.
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Quiero un río con catorce
pececitos
-
y un jardín sin guardia y sin
ladrón.
-
También quiero para cuando
este solito
-
un
poco de conversación.
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Quiero cuentos, historietas y
novelas
-
pero no las que andan a
botón.
-
Yo las quiero de la mano de
una abuela
-
que
me las lea en camisón.
-
Quiero todo lo que guardan
los espejos
-
y una flor adentro de un
raviol
-
y también una galera con
conejos
-
y
una pelota que haga gol.

En una cajita de fósforos
En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Un rayo de sol, por ejemplo
(pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra).
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.
Les voy a contar un secreto:
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.
Lo sé, pero qué voy a hacer,
tirarla me da mucha lástima.
Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
“Basura”, dirán, “cachivaches”
“no sé por qué juntan todo esto”.
No importa, ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.
En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.


La familia polillal
La polilla come lana
de la noche a la mañana.
Muerde, come, come, muerde
lana roja, lana verde.
Sentadita en el ropero
con su plato y su babero,
come lana de color
con cuchillo y tenedor.
Sus hijitos comilones
tienen cuna de botones.
Su marido don Polillo
balconea en un bolsillo.
De repente se avecina
la señora Naftalina.
Muy oronda la verán,
toda envuelta en celofán.
La familia polillal
la espía por un ojal,
y le apunta con la aguja
a la Naftalina bruja.
Pero don Polillo ordena:
—No la maten, me da pena;
vámonos a otros roperos
a llenarlos de agujeros.
Y se van todos de viaje
con muchísimo equipaje:
las hilachas de una blusa
y un paquete de pelusa.

Canción de
la vacuna
Había una
vez un bru,
un brujito que en Gulubú
a toda la población
embrujaba sin ton ni son.
Pero un día
llegó el Doctorrrr
manejando un cuatrimotorrrr
¿Y saben lo que pasó?
¿No?
Todas las brujerías
del brujito de Gulubú
se curaron con la vacú
con la vacuna
luna luna
lú.
La vaca de
Gulubú
no podía decir ni mú.
El brujito la embrujó
y la vaca se enmudeció.
Pero
entonces llegó el Doctorrrr
manejando un cuatrimotorrrr
¿Y saben lo que pasó?
¿No?
Todas las brujerías
del brujito de Gulubú
se curaron con la vacú
con la vacuna
luna luna
lú.
Los chicos
eran todos muy bu,
burros todos en Gulubú.
Se olvidaban la lección
o sufrían de sarampión.
Pero un día
llegó el Doctorrrr
manejando un cuatrimotorrrr
¿Y saben lo que pasó?
¿No?
Todas las brujerías
del brujito de Gulubú
se curaron con la vacú
con la vacuna
luna luna
lú.
Ha sido el
brujito el ú,
uno y único en Gulubú
que lloró, pateó y mordió
cuando el médico lo pinchó.
Y después se
marchó el Doctorrrr
manejando un cuatrimotorrrr
¿Y saben lo que pasó?
¿No?
Todas las brujerías
del brujito de Gulubú
se curaron con la vacú
con la vacuna
luna luna
lú.


La vaca estudiosa
Había una vez una vaca
en la Quebrada de Humahuaca.
Como era muy vieja, muy vieja,
estaba sorda de una oreja.
Y a pesar de que ya era abuela
un día quiso ir a la escuela.
Se puso unos zapatos rojos,
guantes de tul y un par de anteojos.
La vio la maestra asustada
y dijo: "Estás equivocada".
Y la vaca le respondió:
"¿Por qué no puedo estudiar yo?".
La vaca, vestida de blanco,
se acomodó en el primer banco
Los
chicos tirábamos tizas
y nos moríamos de risa.
La gente se fue muy curiosa
a ver a la vaca estudiosa.
La gente llegaba en camiones,
en bicicletas y en aviones.
Y como el bochinche aumentaba
en la escuela nadie estudiaba.
La vaca, de pié en un rincón,
rumiaba sola la lección.
Un día toditos los chicos
se convirtieron en borricos.
Y en ese lugar de Humahuaca
la única sabia fue la vaca.

La Reina Batata
Estaba la Reina Batata
sentada en un plato de plata
el cocinero la miró
y la reina se abatató.
La reina temblaba de miedo,
el cocinero con el dedo,
que no que sí, que sí que no...
de malhumor la amenazó.
Pensaba la Reina Batata:
"Ahora me pincha y me mata"
y el cocinero murmuró:
"Con ésta sí me quedo yo".
La reina vio por el rabillo
que estaba afilando el cuchillo
y tanto tanto se asustó
que rodó al suelo y se escondió.
Entonces llegó de la plaza
la nena menor de la casa,
cuando buscaba su yoyó
en un rincón la descubrió.
La nena en un trono de lata
la puso a la Reina Batata
colita verde le brotó...
(a la Reina Batata, a la nena, no)
Y esta canción se terminó.


Manuelita la
tortuga
-
Manuelita vivía en Pehuajó
- pero
un día se marchó.
-
Nadie supo bien por qué
- a
París ella se fue
- un
poquito caminando
- y
otro poquitito a pie.
-
Manuelita, Manuelita,
-
Manuelita dónde vas
- con
tu traje de malaquita
- y tu
paso tan audaz.
-
Manuelita una vez se enamoró
- de
un tortugo que pasó. Dijo: ¿Qué podré yo hacer?
-
Vieja no me va a querer,
- en
Europa y con paciencia
- me
podrán embellecer.
- En
la tintorería de París
- la
pintaron con barniz.
- La
plancharon en francés
- del
derecho y del revés.
- Le
pusieron peluquita
- y
botines en los pies.
-
Tantos años tardó
- en
cruzar el mar
- que
allí se volvió a arrugar
- y
por eso regresó
-
vieja como se marchó
- a
buscar a su tortugo
- que
la espera en Pehuajó.

Twist del Mono
Liso
¿Saben, saben lo que hizo
el famoso Mono Liso?
A la orilla de una zanja
cazó viva una naranja.
La naranja, Mono Liso,
la mostraba por el piso,
otras veces, de visita,
la llevaba en su jaulita.
¡Qué coraje,
qué valor!
Aunque se olvidó el cuchillo
en el dulce de membrillo
la cazó con tenedor.
Pero un día entró un ladrón,
se imaginan lo que hizo,
el valiente Mono Liso dijo:
"Ay, qué papelón".
La naranja
se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.
La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.
A la hora de la cena
la naranja le dio pena
fue tan bueno el Mono Liso
que de postre no la quiso.
A la corte del Rey Momo
fue a quejarse por el robo,
mentiroso, el rey promete
que la tiene el gran bonete.
El valiente cazador
ordenó a su comitiva
que se la guardaran viva
en el refrigerador.
Porque sí, con frenesí
de repente dice el mono:
"Allí está detrás del trono
la naranja que perdí".
La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.
La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.
Mono Liso en
la cocina
con una paciencia china
la domaba día a día,
la naranja no aprendía.
Y la reina sin permiso
del valiente Mono Liso
escondió en una sopera
la naranja paseandera.
Mono Liso con rigor
al fin la empujó un poquito
y dio su primer pasito
la naranja sin error
Mono Liso la salvó
pero a fuerza de tapioca
la naranja estaba loca
y este cuento se acabó.
La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.
La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchillo
tírame con tenedor.

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